Buenas
tardes a tod@s:
Quiero
finalizar ya el tema del habla, me quedaba pendiente hablaros o bien terminar
la segunda etapa de infantil, los cuatro y cinco años, y de esta semana no pasa
que lo haga, que sino voy dejando temas pendientes y esto se alarga en el
tiempo.
A los cuatro años, la experiencia
del niñ@ en contextos de interacción variados y con una diversidad de personas,
da lugar a un salto cualitativo en el proceso de adquisición del lenguaje. El
niñ@ comprende las ventajas del lenguaje como instrumento de comunicación y las
posibilidades que este ofrece para trascender el aquí y el ahora. Como sucede
con toda nueva adquisición, el pequeñ@ tiene un gran interés por ejercer su
nueva habilidad, desea entablar conversaciones y demuestra un gran placer por
hablar. El hecho de que progresivamente vaya superando el egocentrismo y esté
más capacitado para comprender razonamientos lógicos, facilita el
establecimiento de diálogos y los procesos de negociación. El lenguaje comienza
a anticipar y a organizar la acción. En el juego, por ejemplo, anticipa el
papel que adoptará (“yo era la mamá”) o antes de ponerse a dibujar prevé que
representará (“voy a dibujar un perro”).
Es
la edad del lenguaje egocéntrico, antecesor del pensamiento interiorizado. Su
función es la del pensamiento en el adulto, pero adopta la forma del lenguaje
social: el niñ@ piensa en voz alta. Por eso, frente a cualquier situación que
suponga un problema o represente una exigencia se observa un aumento del habla
para sí.
El
niñ@ no tiene mayores dificultades para comprender el discurso
descontextualizado del adulto, siempre que este sea significativo para él, y en
el caso de que no entienda, pregunta. Se expresa de forma descontextualizada,
es capaz de explicar algo que ha sucedido sin que el interlocutor tenga que
hacer grandes esfuerzos de interpretación, gracias a que, entre otras cosas,
avanza en el dominio de las relaciones espacio temporales y causales. A pesar
de ello, todavía tiene limitaciones para referirse a estas relaciones verbalmente
(por ejemplo, suele referirse a secuencias temporales con la fórmula
reiterativa de “y entonces…, y entonces…”).
Pronuncia
correctamente la mayoría de los fonemas de su lengua materna. Posee un léxico
amplio y bastante preciso; cuando no sabe el nombre de algo lo pregunta, así
como pregunta el significado de las palabras que no comprende, utilizadas por
el adulto. Comienza a usar oraciones compuestas, especialmente coordinadas,
aunque estas pueden presentar problemas de concordancia. Utiliza las partículas
interrogativas para preguntar, no en vano es la edad del “¿por qué?... ¿y por
qué?”, que responde tanto a su curiosidad por el mundo que le rodea como a su
interés por hablar. Emplea los pronombres personales con corrección. Se inicia
en el uso de los modos condicional y subjuntivo, aunque confunde uno con el
otro (cosa que también hacen muchos adultos). Utiliza ciertas convenciones:
saluda cuando se encuentra con alguien, dice gracias o pide por favor.
Estas
son las cosas más significativas, aunque hay niñ@s que lo hacen antes o más
tarde, como he dicho mil veces cada niñ@ es un mundo y cada un@ tiene un ritmo
totalmente distinto.