Buenas
tardes a tod@s:
Como
ayer os dije hoy continuamos con el desarrollo de la comunicación preverbal.
Una
condición necesaria en toda situación comunicativa es que los interlocutores
compartan un conjunto de convenciones por medio de las cuales puedan hacer
referencia a la realidad de forma inequívoca. Toda comunicación exige un nivel
de intersubjetividad entre los hablantes, la existencia de un conocimiento
previo compartido, de unos significados comunes que sirvan de antecedente
implícito a lo nuevo que se quiere comunicar. Para convertirse en un hablante
competente, el niñ@ ha de adquirir este
conjunto de significados creados por su grupo cultural. Pero hasta que logra
avanzar en esta construcción, es capaz de compartir con sus cuidadores un
conocimiento, basado en la experiencia conjunta, que se denomina
intersubjetividad primaria.
Es
el caso de las protoconversaciones. Cuando un bebé de dos meses se esfuerza por
producir sonidos, capta la atención de su cuidador. Esta atracción lleva al
adulto a situarse dentro del campo visual del niñ@ y a fijar la mirada en sus
ojos. Cuando el pequeñ@ interrumpe sus vocalizaciones, el adulto interpreta
weste silencio como una invitación para “contestarle”. Cuando el adulto calla,
el bebé vuelve a producir sonidos. De esta manera se establece una especia de
“diálogo”.
Las
protoconversaciones instauran un ciclo de interacción entre el niñ@ y la
persona que lo cuida, en la que se establece una alternancia entre sonrisas,
miradas y vocalizaciones ( y movimientos descontrolados del bebé), similar al
ciclo que se da en el diálogo entre adultos. En las protoconversaciones, el
bebé parece capaz de iniciar el proceso de elaboración de una representación
del otro como alguien con quien es posible establecer una comunicación y
comenzar a tomar conciencia sobre el valor expresivo de los gestos y
expresiones.
A
los pocos días del nacimiento del bebé, éste y el adulto consiguen establecer
una rutina diaria, organizada, en función de las necesidades del pequeñ@, que
instaura una secuencia, más o menos estable, de actividades cotidianas, que
ofrece al bebé la seguridad de la satisfacción de sus necesidades. Los
cuidadores conocen la importancia de la rutina para el bebé y saben que si se
perturba, el cambio acarrea alteraciones de su comportamiento: duerme y come
mal, se muestra molesto, llora…
Las
rutinas potencian la comunicación porque se estructuran como contextos de
interacción estables, regulares, recurrentes y limitados. Cada rutina se realiza de forma más o menos
uniforme, generalmente en el mismo lugar, todos los días y varias veces al día.
Estas rutinas se organizan a partir de una secuencia de acciones, en las que
intervienen unos objetos y/o personas determinados. Su organización, basada en
una estructura profunda, invariable y estable, que determina los aspectos
esenciales de la actividad, da lugar a la estructura superficial, los factores
que varían de una situación concreta a otra.
Mañana
os cuento que pasa a partir de los cuatro meses.
Os dejo con una foto del taller de sentido del tacto que hemos hecho hoy, lo han pasado genial, les ha encantado.
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