Buenas
tardes a tod@s:
Hoy
voy a hablaros de la comunicación preverbal y continuaré en los días siguientes
con la comunicación verbal en las distintas edades de Educación Infantil.
El
ser humano nace inmaduro y necesita de la intervención de una persona adulta
para garantizar la satisfacción de sus necesidades básicas. A pesar de su
inmadurez, el recién nacido es un ser activo que busca relacionarse con el
entorno.
Al
nacer, el bebé cuenta con unas predisposiciones que le permiten y facilitan la
relación y comunicación con otros seres humanos. Los cuidadores, especialmente
la madre, se trasforma en los “objetos” más interesantes para el pequeñ@. Ell@s
son una fuente inagotable de estímulos (emiten sonidos, se mueven, acarician…)
y, además, siempre aparecen en aquellos momentos de necesidad, colaborando en
la satisfacción y brindando el placer agregado del afecto.
Las
primeras comunicaciones entre el bebé y la madre se establecen a través del
vínculo afectivo. Esta comunicación afectiva se origina en la relación que
tiene lugar durante la satisfacción de las necesidades del niñ@, en las que el
cuerpo del bebé entra en contacto directo con el cuerpo de su madre. Cuando la
madre alimenta a su bebé, no solo le ofrece la leche que calma su hambre sino
que, además, lo abraza, lo acaricia, le habla, lo mira… Todas estas expresiones
de cariño que acompañan al amamantamiento, dan al bebé un placer adicional a la
satisfacción de la necesidad que, en un periodo relativamente corto, se
trasforma en deseo. Las expresiones afectivas de la madre y el niñ@ facilitarán
el establecimiento de una relación inicial, antecedente imprescindible para el
desarrollo de las capacidades comunicativas del bebé que posibilitarán la
adquisición del lenguaje verbal.
Entre
las predisposiciones con que cuenta el recién nacido para la interacción
social, ocupan un lugar destacado las percepciones, fuente básica para la
obtención y el procesamiento de información. De todos los estímulos auditivos
que puede percibir el recién nacido, la voz humana ejerce sobre él una
atracción especial. Se ha demostrado como es capaz de distinguir de voz de su
madre (percibida durante la vida fetal) de entre otras voces. También es
posible observar movimientos del cuerpo del niñ@ sincronizados con los
segmentos de habla del adulto. El bebé es especialmente sensible a los aspectos
rítmicos del lenguaje oral: es como si bailara al son de la palabra del adulto
que, al estar cargada de afecto, brinda “la música” con entonaciones y
modulaciones ricas y variadas.
El
bebé también se siente atraído por el rostro humano. El juego de miradas es una
forma de comunicación entre el bebé y su madre. El olor de la madre, las
sensaciones placenteras que le producen sus caricias y demás estimulaciones
agradables que suelen acompañar a sus apariciones, secundan la visión y la
audición, dando lugar a la construcción de los primeros cuadros perceptivos que
serán el primer paso en la construcción de representaciones mentales.
Toda
otra serie de conductas que el recién nacido es capaz de producir, como el
llanto o la sonrisa, también se hallan al servicio de la relación y
comunicación inicial, dado que el adulto las interpreta como si el bebé tuviera
una clara intención comunicativa.
El
neonato llora como descarga frente a estímulos que le resultan desagradables y
que le producen malestar, como el hambre. Pero el adulto infiere que el niñ@
llora para avisarle de que tiene hambre
o que está molesto. A fuerza de que cada vez que el niñ@ llora, el adulto
aparece e intenta calmar su malestar, el pequeñ@ aprenderá, de manera
relativamente rápida, que el llanto es una vía ideal para lograr su presencia y
consuelo. La sonrisa del recién nacido es una respuesta refleja a la percepción
de placer, pero la atracción que tal respuesta genera en el adulto hace que sea
interpretada por este como si fuera una señal de reconocimiento.
Los
adultos sienten una particular fascinación por los recién nacidos y participan
activamente en la instauración de esta primera interacción, ofreciendo apoyos y
ayudas necesarios para el
establecimiento de una comunicación inicial. Los cuidadores interpretan las
capacidades expresivas del bebé como manifestaciones de estados emocionales
aunque inicialmente el pequeñ@ no tenga una intención de comunicar algo a
alguien. La madre se esfuerza por ajustar su comportamiento al del bebé, y el
pequeñ@ con su expresividad, invita a la madre a intervenir y colabora en el mantenimiento de la
interacción.
Espero
que no os haya resultado, muy largo, mañana os hablaré de el desarrollo de esta
comunicación preverbal.
Hasta
mañana!!!
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