Buenas
tardes a tod@s:
Después de tres días sin hacer publicaciones, me disculpo ya que telefónica me dejó sin teléfono, Internet, tv... retomo el tema de la semana pasada, y hoy
quiero hablaros del inicio de la comunicación verbal, de las primeras palabras
de los niñ@s.
Entre
los 12 y los 18 meses, el niñ@ dice las primeras palabras. A pesar de ser
configuraciones fonéticas semejantes a las producciones adultas, se emplean con
un valor más de señal, de gesto
comunicativo, que de palabra. Hacen referencia al contexto compartido y tienen
una función de frase, por lo que se denominan Holofrases. El significado que el
pequeñ@ otorga a las primeras palabras es idiosincrásico ya que se haya ligado
a su propia experiencia en un contexto. Aun cuando fonéticamente sean
semejantes a las pronunciadas por el adulto, el significado presenta
diferencias (la palabra mamá no hace referencia al mismo significado a los 18
meses o a los 3 años quue a los 10). A través de la frase, el bebé comunica y
negocia intenciones y significados que el adulto es capaz de interpretar apoyándose
en los índices paralingüísticos y extralingüísticos. La palabra del niñ@
adquiere sentido en el contexto compartido. Por ejemplo “agua” puede querer
decir que quiere agua, que está viendo el agua, el adulto verbalizará e
interpretará la palabra del pequeñ@.
En
un primer momento, las palabras frases forman parte de contextos ritualizados,
pero paulatinamente, se van generalizando a nuevas situaciones, gracias al uso
que el adulto hace de la misma palabra, en diferentes contextos.
La
capacidad del niñ@ para comprender el habla adulta referida al contexto
compartido es mucho mayor que su capacidad de expresión. De hecho suele
entender mucho más de lo que los adultos suponen y, en algunos casos, mucho más
de lo que demuestra (sobre todo cuando sus intereses son contradictorios con lo
dicho por el adulto).
El
pequeñ@ realiza sobreextensiones, es decir, utiliza una palabra generalizando
su referencia a objetos de categorías próximas, por ejemplo llama “guau-guau” a
todo animal de cuatro patas o “pelota” a cualquier objeto que ruede. O al
revés, restringe el uso y “gato” solo es el de su abuela.
Si
se analizan desde la fonética, se puede hablar de palabras semejantes a las
producidas por el adulto (ava por agua) o inventadas (tete para chupete o bibi
para biberón) que los adultos que conviven con él entienden y le dan el valor
de palabra.
Durante
el segundo año de vida la incorporación de nuevas palabras se realiza
lentamente pero, a partir de los 20-24 meses, el proceso se acelera y el léxico
crece rápidamente. La necesidad de comunicarse, de participar en contextos de
actividad compartida significativos para él, lleva a un aumento progresivo del
vocabulario. El niñ@ incorpora palabras con valor referencial que antes eran
denotadas a través de gestos, porque reconoce que son más eficaces y económicas
a la hora de requerir, demandar, ofrecer, rechazar… Utiliza palabras, de todas
las categorías gramaticales, para referirse a objetos, acciones, estados o
acontecimientos y algunas convenciones sociales (como hola, gracias, por
favor). Aparece la concordancia entre género y número, se inicia en el uso con
algunas dificultades, de los artículos demostrativos, posesivos y pronombres
personales y utiliza la forma verbal del presente. Estos avances posibilitan
las primeras combinaciones de palabras.
Con
las primeras palabras el niñ@ puede3 realizar designaciones de muy diverso
orden, pero expresarse por medio de una sola palabras tiene sus limitaciones.
Las primeras construcciones sintácticas se relacionan con la capacidad
creciente del niñ@ para reconocer el lenguaje como el instrumento ideal para la
comunicación. Antes también utilizaba construcciones mixtas, del estilo de
“está aquí”, pero se dan a partir del modelo adulto y el niñ@ las utiliza como
si fueran una sola palabra. Mediante la combinación de dos palabras, el
pequeñ@, puede hacer referencia a acciones (nene corre) a localizaciones (aquí
pelota), a negaciones (plátano no), a posesiones (zapato mamá).
Espero
que os haya gustado. Más adelante os hablaré del habla en los tres, cuatro y
cinco años.
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