jueves, 29 de enero de 2015

Desarrollo de la comunicación preverbal I

Buenas tardes a tod@s:

Como ayer os dije hoy continuamos con el desarrollo de la comunicación preverbal.

Una condición necesaria en toda situación comunicativa es que los interlocutores compartan un conjunto de convenciones por medio de las cuales puedan hacer referencia a la realidad de forma inequívoca. Toda comunicación exige un nivel de intersubjetividad entre los hablantes, la existencia de un conocimiento previo compartido, de unos significados comunes que sirvan de antecedente implícito a lo nuevo que se quiere comunicar. Para convertirse en un hablante competente, el  niñ@ ha de adquirir este conjunto de significados creados por su grupo cultural. Pero hasta que logra avanzar en esta construcción, es capaz de compartir con sus cuidadores un conocimiento, basado en la experiencia conjunta, que se denomina intersubjetividad primaria.

Es el caso de las protoconversaciones. Cuando un bebé de dos meses se esfuerza por producir sonidos, capta la atención de su cuidador. Esta atracción lleva al adulto a situarse dentro del campo visual del niñ@ y a fijar la mirada en sus ojos. Cuando el pequeñ@ interrumpe sus vocalizaciones, el adulto interpreta weste silencio como una invitación para “contestarle”. Cuando el adulto calla, el bebé vuelve a producir sonidos. De esta manera se establece una especia de “diálogo”.

Las protoconversaciones instauran un ciclo de interacción entre el niñ@ y la persona que lo cuida, en la que se establece una alternancia entre sonrisas, miradas y vocalizaciones ( y movimientos descontrolados del bebé), similar al ciclo que se da en el diálogo entre adultos. En las protoconversaciones, el bebé parece capaz de iniciar el proceso de elaboración de una representación del otro como alguien con quien es posible establecer una comunicación y comenzar a tomar conciencia sobre el valor expresivo de los gestos y expresiones.

A los pocos días del nacimiento del bebé, éste y el adulto consiguen establecer una rutina diaria, organizada, en función de las necesidades del pequeñ@, que instaura una secuencia, más o menos estable, de actividades cotidianas, que ofrece al bebé la seguridad de la satisfacción de sus necesidades. Los cuidadores conocen la importancia de la rutina para el bebé y saben que si se perturba, el cambio acarrea alteraciones de su comportamiento: duerme y come mal, se muestra molesto, llora…

Las rutinas potencian la comunicación porque se estructuran como contextos de interacción estables, regulares, recurrentes y limitados.  Cada rutina se realiza de forma más o menos uniforme, generalmente en el mismo lugar, todos los días y varias veces al día. Estas rutinas se organizan a partir de una secuencia de acciones, en las que intervienen unos objetos y/o personas determinados. Su organización, basada en una estructura profunda, invariable y estable, que determina los aspectos esenciales de la actividad, da lugar a la estructura superficial, los factores que varían de una situación concreta a otra.

Mañana os cuento que pasa a partir de los cuatro meses.

Os dejo con una foto del taller de sentido del tacto que hemos hecho hoy, lo han pasado genial, les ha encantado.




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