miércoles, 28 de enero de 2015

La comunicación preverbal

Buenas tardes a tod@s:
           
Hoy voy a hablaros de la comunicación preverbal y continuaré en los días siguientes con la comunicación verbal en las distintas edades de Educación Infantil.

El ser humano nace inmaduro y necesita de la intervención de una persona adulta para garantizar la satisfacción de sus necesidades básicas. A pesar de su inmadurez, el recién nacido es un ser activo que busca relacionarse con el entorno.

Al nacer, el bebé cuenta con unas predisposiciones que le permiten y facilitan la relación y comunicación con otros seres humanos. Los cuidadores, especialmente la madre, se trasforma en los “objetos” más interesantes para el pequeñ@. Ell@s son una fuente inagotable de estímulos (emiten sonidos, se mueven, acarician…) y, además, siempre aparecen en aquellos momentos de necesidad, colaborando en la satisfacción y brindando el placer agregado del afecto.



Las primeras comunicaciones entre el bebé y la madre se establecen a través del vínculo afectivo. Esta comunicación afectiva se origina en la relación que tiene lugar durante la satisfacción de las necesidades del niñ@, en las que el cuerpo del bebé entra en contacto directo con el cuerpo de su madre. Cuando la madre alimenta a su bebé, no solo le ofrece la leche que calma su hambre sino que, además, lo abraza, lo acaricia, le habla, lo mira… Todas estas expresiones de cariño que acompañan al amamantamiento, dan al bebé un placer adicional a la satisfacción de la necesidad que, en un periodo relativamente corto, se trasforma en deseo. Las expresiones afectivas de la madre y el niñ@ facilitarán el establecimiento de una relación inicial, antecedente imprescindible para el desarrollo de las capacidades comunicativas del bebé que posibilitarán la adquisición del lenguaje verbal.

Entre las predisposiciones con que cuenta el recién nacido para la interacción social, ocupan un lugar destacado las percepciones, fuente básica para la obtención y el procesamiento de información. De todos los estímulos auditivos que puede percibir el recién nacido, la voz humana ejerce sobre él una atracción especial. Se ha demostrado como es capaz de distinguir de voz de su madre (percibida durante la vida fetal) de entre otras voces. También es posible observar movimientos del cuerpo del niñ@ sincronizados con los segmentos de habla del adulto. El bebé es especialmente sensible a los aspectos rítmicos del lenguaje oral: es como si bailara al son de la palabra del adulto que, al estar cargada de afecto, brinda “la música” con entonaciones y modulaciones ricas y variadas.

El bebé también se siente atraído por el rostro humano. El juego de miradas es una forma de comunicación entre el bebé y su madre. El olor de la madre, las sensaciones placenteras que le producen sus caricias y demás estimulaciones agradables que suelen acompañar a sus apariciones, secundan la visión y la audición, dando lugar a la construcción de los primeros cuadros perceptivos que serán el primer paso en la construcción de representaciones mentales.

Toda otra serie de conductas que el recién nacido es capaz de producir, como el llanto o la sonrisa, también se hallan al servicio de la relación y comunicación inicial, dado que el adulto las interpreta como si el bebé tuviera una clara intención comunicativa.

El neonato llora como descarga frente a estímulos que le resultan desagradables y que le producen malestar, como el hambre. Pero el adulto infiere que el niñ@ llora  para avisarle de que tiene hambre o que está molesto. A fuerza de que cada vez que el niñ@ llora, el adulto aparece e intenta calmar su malestar, el pequeñ@ aprenderá, de manera relativamente rápida, que el llanto es una vía ideal para lograr su presencia y consuelo. La sonrisa del recién nacido es una respuesta refleja a la percepción de placer, pero la atracción que tal respuesta genera en el adulto hace que sea interpretada por este como si fuera una señal de reconocimiento.

Los adultos sienten una particular fascinación por los recién nacidos y participan activamente en la instauración de esta primera interacción, ofreciendo apoyos y ayudas  necesarios para el establecimiento de una comunicación inicial. Los cuidadores interpretan las capacidades expresivas del bebé como manifestaciones de estados emocionales aunque inicialmente el pequeñ@ no tenga una intención de comunicar algo a alguien. La madre se esfuerza por ajustar su comportamiento al del bebé, y el pequeñ@ con su expresividad, invita a la madre a intervenir  y colabora en el mantenimiento de la interacción.

Espero que no os haya resultado, muy largo, mañana os hablaré de el desarrollo de esta comunicación preverbal.

Hasta mañana!!!


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