viernes, 30 de enero de 2015

Desarrollo de la comunicación preverbal II

Buenas tardes a tod@s:

Ayer me empecé a explayar y me quedaba mucho por contar así que como os anticipé hoy continúo a partir de los 4 meses.

Entre los 4 y los 6 meses, el proceso de desarrollo y la experiencia en la interacción permiten al niñ@ iniciar una relación a distancia con el adulto. El control motor logrado y la experiencia en el mundo de los objetos hacen posible la diferenciación entre objetos y personas. El adulto busca nuevas formas de relación con el niñ@ a través del juegos muy simples. Estas interacciones se caracterizan por ser triangulares: intervienen el niñ@, el adulto, el objeto, y dan lugar a la aparición de nuevas estrategias de comunicación más complejas que aseguren el transcurso de la interacción. Según Bruner se organizan en tres grupos de “formatos de juego”: de acción conjunta (de dar y tomar, poner y sacar y construir y tirar), de atención conjunta (lectura de imágenes, señalización de objetos) y de acción y atención conjunta (juego del cucú).

El desarrollo de la comunicación preverbal se articula, también, la experimentación por parte del bebé de sus capacidades fónicas. Las primeras vocalizaciones se caracterizan por ser reflejas y universales. Entre el nacimiento y los dos meses, todos los bebés de todas las culturas reproducen los mismos sonidos rítmicos como respuesta a estímulos visuales, táctiles o auditivos. Estas primeras fonaciones dan lugar, entre los dos y los cuatro meses, a los “gorjeos” (o conductas del “ajo”), que posibilitan el establecimiento de las protoconversaciones. También son universales, similares en todos los contextos ligüísticos y producidos por los niñ@s sordos de nacimiento. A los cinco meses, el pequeño produce sonidos consonánticos y vocálicos aislados pero que siguen siendo universales.

A los seis meses, en la fase del laleo, el niñ@ comienza a producir cadenas silábicas, reiteradas y largas, en las que predominan los sonidos propios de su lengua materna, como por ejemplo: papapapa… o tatatata… Estos sonidos articulados implican el funcionamiento de los órganos de fonación. Los adultos suelen interpretarlas como si fueran palabras.

A los nueve meses en la fase de la ecolalia, es capaz de reproducir nuevas estructuras silábicas que, encadenadas entre sí, son usadas en contextos comunicativos. A partir de este momento, las producciones fónicas del niñ@ se parecen cada vez más a las de los adultos, gracias a su creciente capacidad para imitar los sonidos, la entonación y la curva melódica del habla adulta.

Los enunciados verbales de los adultos están constituidos por una fuerza ilocutiva (tono, entonación, gesto y todos aquellos elementos que acompañan la emisión oral) que transmite parte de la intención comunicativa del hablante. El niñ@ emplea estrategias de este orden para comprender el lenguaje del adulto. El contexto extralingüístico y los aspectos paralingüísticos del discurso adulto se transforman en indicios indispensables para poder interpretar la intención comunicativa. También, a través de esos patrones, el bebé expresa sus intenciones. En esta jerga expresiva, el niñ@ utiliza expresiones formadas por sonidos sin significado, pero que presentan las pausas, las inflexiones y los ritmos de discurso del adulto.




                Pasad un buen fin de semana!!!

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